Uno los días unos a otros con pegamento,
pero es de barra y sólo dura un ratito.
Cuando entro en la habitación
vuelven a estar todos en el suelo,
en desorden,
y voy perdiendo
algo cada vez.
El río que empieza en mi boca
acaba en mi mano.
La luz que enciendo se arrastra
por debajo de la puerta
y apaga las de tu casa.
La idea que se escapó
aporrea la puerta
con la certeza del que se sabe
esperado.
Y en casa no hay nadie.
Salí a por pegamento extrafuerte.
4 comentarios:
Hermoso e intrigante poema, Elena.
No será que deberías olvidarte del pegamento y conseguir una casa nueva?
Abrazos con mi admiración,
Ian.
Ay, esa imposibilidad que se lee en tus versos, creo que es más común de lo que quisiéramos, de repente miramos...y si, vemos las cosas que ya se despegaron otra vez y todo parece desordenado, fuera de si, pero no es eterno, creo que debemos respirar hondo no más y mirar de otra manera las cosas, Y SACAR LA MIRADA DE UNA SOLA!
Buenísimos tus versos, como siempre, Elenita!
Besos.
muy bien , así se rematan esos versos:)
Iré al dentista, a pegarme la belleza. En la nevera una vez tuve un cáncer. Ahora tengo el pegamento con el que arreglé la cabeza del querubín que vive en mi mesa, junto al portavelas que ya no le alumbra, pero quilosá si lo alumbrará.
No me hagas caso, que vienen curvas.
Bicos con luz antiniebla
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