La calma que os inventastéis
era una tormenta de agua enrojecida.
Las horas que vivistéis
son las que quedan por llegar
y las noches venideras
cuelgan del tendedero
en una azotea
desde la que sólo vemos
los dedos de nuestros pies.
El sonido en mi oido
cuando apoyo la cabeza
en una almohada
con la que voy a ningún sitio,
me remite al todo de la sangre
que se desliza
por una venas de cartón
y a la nada del ruido
que hacen unos cuerpos estelares
que siempre imagino
como fríos e iluminados.
La paz que sugerí
toma cuerpo en un yo
que tiene bandera propia
desde demasiado pronto
y despues de tanta elección,
acepto con dignidad
que fuí decidida
antes de pedirlo.
Y tras muchas vueltas
al mismo punto,
no siento menos libertad por eso.
Será la edad.
O la nostalgia de ella.
4 comentarios:
Fue el invierno pasado cuando me sentí mayor por primera vez. Ahora la soledad me come. Y cedo el paso a todos, por inercia.
Hay versos libres que sí valen.
Te envío abrazos con tedio
Bueno,Elena, me parece entender los diferentes estados de la persona en sus diferentes edades.
Y bastante bullado el paso de la hablante por su vida.Poco tranquilo, inquieto, con desazón.
Palabras inquietantes!
Abrazos y un beso para ti.
Yo también te veo. No me dejes de abrazar en condiciones adversas.
Aunque estoy por poner la luz antiniebla, que me noto un poco idiota.
Un día te regalaré un Messenger y gritaremos juntas improperios inventados.
Besos de gálibo
A todos nos deciden antes de pedirlo, y luego...
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