lunes, 29 de noviembre de 2010

Mentira pero verdad.

buscamos mentiras en verdades atroces

Como el emperador desnudo, me empeñé en llevar un vestido de verdades invisibles. Fuí a lucirlo y pasé por el escaparate de Zara. Un maniquí huesudo que vestía una androginia de estar por casa señaló al espejo de madrastra en el que se suman los defectos que sólo una madre ve y sólo otra calla. Asomé mis bigotes gatunos, porque la curiosidad engorda pero no mata, y ví que lo que confundí con la ligereza de la seda gusanil era una manta de mentiras a medias. Me asaltó la duda de dónde estaba la otra mitad, y como iba enmascarda y llevaba una navaja infecta de estropicios no operables con silicona y extractor de grasa, le dí todo lo que llevaba encima. Léase la manta de seda falsa. Y me puse a preguntarme dónde encontrarme. Suerte que la manifestación de la identidad grupal pasaba en ese momento por la calle.
gays, feministas, mujeres maltratadas, lesbianas, padres divorciados, memoria histórica, bisexuales, discapcitados, generaciones de esritores...

he cerrado los ojos porque tanto color me ha producido daltonismo. Ya sólo veo en blanco y negro.

me han regalado un kit del militante; me dijeron que era por si quería pertenecer a algo. Me lo han quitado (escupido, pegado, gritado, escrito sobre mí, tachado) cuando les he dicho que vengo con una pegatina en la frente que se lee con Braille para sordos en la que dice: búsqueda de pertenencia a una misma, y les he preguntado ansiosamente (se me olvidó el lexatín que me recetó el médico para crisis existenciales) que si sabían por dónde quedaba eso. Como han salido a buscarme plaza en el Hospital Psiquiátrico Dedicado al Yo Pensé, he salido corriendo como alma que persiguel al diablo (es que es muy miedoso; sólo se divierte cuando te pincha el culo con un tenedor).

una viejecita que olía a perros muertos después de resucitar tres veces me ha oído (es que no encuentro el botón de mute cuando me enfraco en disquisicones mentales sobre los cubiertos) y me ha dicho que no mentara al diablo; que dios nos está oyendo. El recién nacido que paseaba la buena señorona ha levantado la cabeza y le ha dicho a su abuela en perfecto andaluz catalanizado que somos nosotros los que observamos a los Dioses.
Yo, por si acaso; me he tapado bien con otra manta.

Pezdeplata

Puede encontrarse el papel literario Pezdeplata www.pezdeplata.com.ve, los días domingo, encartado en el periódico Extra de Monagas, de la ciudad de Maturín (Venezuela).
Éste es el número 57 (en versón digital) en el que se ha publicado uno de mis textos.

Gracias Susan.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Traducción fracasada

Mezclando vocablos
en bolsas recicables (tres más tres es uno)
escogí dos al azar rumboso.
Con el bisturí regalado por la máquina tragaperras
(la comerabos estaba fuera de uso)
las he rajado buscando sentidos,
pero he enontrado sólo significados.

Traduciendo abstracciones infinitas
a términos planos
me cruzo con cuerpos polimorfos
de dudosa permanencia
en un mundo de finitas sensaciones,
respirando la certeza de saber lisa y llana
una realidad tangible que esconde
ángulos intocables por suicidas conversos.
Los que siguen a rejatabla su religión
rezan a unos dioses de belleza tan nítida
que ciegan con formas mutablemente inamovibles.

Ansío un torrente que justifique
razones decididas antes de saberme;
descubro que los significantes
que limitan la palabra
matan fonaciones
para las que no tenemos
sonidos guturales adecuados.
Y nos conformamos con unos años
de duermevela intranquila
en el que perdemos atisbos
ganando guiones repletos.
De frases.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La razón debida.

Preñado de intestinos.
Oscuridad pegoteada de rastros de lucidez
que siegan motivos rotos por falta de uso.
La sinrazón,
sin embargo,
se quiebra
en una sobreutilización
que se me antoja
angosta
por
falta.
De aire.
Como si fuera alguien.
Como si fuese algo.
Como si los días fueran el mismo.

Como si el como fuera
el si que me condiciona
a una espera de encuentros
que invento a cada rato
y mato en cada sueño,
de los que despierto
sudando con un frío
que hiela la punta de los dedos
haciendo que se caigan.
No sé si el Ratón Pérez
deja regalos
a castraciones tan insignificantes.

Jugueteaba con palabras
para esconder detrás
de una frase
lo que sólo puede decir Dragó
pero a la inversa.
O igual.
O en espiral donde
tú eres yo
y él es ella.

Apartaba subjetividad
para alcanzar una pureza tan turbia
como el primer pis de la mañana,
el que sirve para descartar infecciones
que sólo detecta un zahorí con dos palos.
Los que merezca.

Filete-ó-o-aba un narcisismo
que se me antojaba
bastión idéntico (¿o era identidad?)
de un corazón negro,
decían que el mío.
A lo mejor era carbón de los Reyes Magos.
Este año le voy a pedir
a mi francotirador preferido
(ex amigo, ex amante, ex novio, ex traído)
que les dispare desde mi ventana,
sólo para darme cuenta de que soy yo
quien aprieta el gato.
El que maúlla cuando lo aplasto con el coche.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Barro cronometrado.

La cabeza en la piedra.
La boca en el aire.
La memoria en el suelo.

El olvido siempre en el recuerdo.
El recuerdo perdido en convulsiones.
El sentido empeñado.

Moldeo figuras de arcilla
y te agarro la carne a puñados
vivo
tantos
juegos
como
invento

cuando se para el cronómetro
abandono
y me despeño
con el hilo dentado
que acaricia subidas en zigzag
y apadrina caídas imposibles.

Sumando granos de arena
en un reloj de cuentas dolidas
me faltan un día de más
y una vida de menos
que vive detrás de unos ojos
parpadeantes con ritmo alterno.

El estilete que perfora tu lóbulo izquierdo
es el mismo que escondes en la tibia
de los días de diario.
La pata de palo para cosas más complejas,
que viene en cómodas secciones desmontables.



Pájaros de barro (Manolo García)

viernes, 19 de noviembre de 2010

Un color.

Sumergida en el asfalto licuado
por el foco que derrite la realidad
haciéndola gomosa como la plastilina
respiro molécula a molécula
el negro más limpio

inspiración exhalación suspiro
inspiración exhalación suspiro
inspiración exhalación suspiro

pulmones de alquitrán
los que esponjaron con el agua
en el que te ahogué

sístole diástole
sístole diástole
sístole diástole
tuberías de óleo petrificado
petr-óleo

Inmóvil-no-móvil-no
un dedo (gusano gusano)
abre un ojo,
el que me prestaron,
el que tapo con gafas
gordas gordas gordas

con el que está cerrado veo
me veo
nadando buceando rodeando
el negro el negro el negro
lo acuno lo abrazo
me llena, lo dejo hacer
porque cura lo que fué
el vacío hueco-agujero
donde se escondía
lo oscuro
lo oscuro
ya no es un borde
porque el tabique ha caído
se ha extendido
viendo-siendo-viviendo
el vacío
no se llena
con petróleo
no se llena
con vacío
no se llena
contigo
seas quien seas

lo
que
pasó
lo
que
fué
lo
que
fue
tras-pasó
a paso
llegó
a
mí.
Yo





miércoles, 17 de noviembre de 2010

Veneno. El mío.

Veo el signo de interrogación de la antepenúltima pregunta.
Pero sólo tengo la última respuesta.
Y es un si-no pegado a trozos,
un collage cualquiera
con mensaje:
todo lo que tocas se duele

Buscando con la mano de los días de fiesta
dentro del cuerpo que me toca este lustro
he encontrado el centro,
no sé si de tu vida o de la mía.
He querido llamarte para preguntarte
(que me cuides que me quieras que me rompas
que me digas que me duermas)
pero he olvidado si te conozco.

Me atraganté con las palabras muertas en la garganta,
y el hilo de saliva es veneno.
Blanco.

lunes, 15 de noviembre de 2010

In situ

Una mano busca los ojos en la tierra
poder ver
dejar de saber

La otra recorre los pliegues de lo cotidiano
poder ser
dejar de correr

La cabeza serpentea en el corazón del nido
ver saber ser correr


para poder ver ...... para poder ser
y dejar de saber ...... y dejar de correr
ver ser saber correr


Sentada en el patio
del colegio
le explico
al amigo
disfrazado (escondido)
que
todo lo que ha sido es
lo que fué está siendo
y lo que será ha sido siendo.
Sonríe con las tijeras
y me promete
un para siempre eterno

Con el hilo de araña
(tuyo suyo nuestro)
coso las ondas del lago
y amortajo el estado.
In situ.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La costilla.

La costilla que me falta es el boomerang
que lanzo a un espejo en el que tu sombra se escurre.

Humedezco el dedo en el charco de sudor
del animal en el que me convierto
y dibujo palabras prañadas de deseos
que se abortan como una misión suicida.

Se componen momentos que son
en días que fueron,
y la melodía suena discordante,
como los tornillos sueltos
de la realidad
que sirve de telón
a la vida
de mapa físico
que imagino
como política.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Nacida, non nata.

Nací
para ser nacida
pero
no me parieron.

Me miré
en el ojo verde
que sólo se abre
a las 3:03 de la madrugada
y ví
un amasijo
de deseo insatisfecho
por ser desordenado
y sin objeto
posible, factible, audible
(parido)

Nací.
Me dijeron.
Todavía no me lo creo

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Diferente. Pero yo.

Heroinómana.
Ansiando lo que no quiero.
Recaída tras recaída.
Llenando mis venas de polvo marrón.
Sucio.
Tú.
Yonki.
De lo que no sabía
ni quiero entender ya.
Paso el mono.
A pulso.
Como aquella vez
pero al contrario.
A pulso.


Amaral. Concorde.

martes, 9 de noviembre de 2010

Bulevar

Tras mi/tu risa viene tu/mi ira


Desde mi ventana de tullida (pie - cabeza - culo - pierna - mano)
me veo a lo lejos.

Pinto paredes verdes
en casas con terrazas blancas,
tiendo ropa limpia en cordones azules.

Preparo sopa con sabor a casa
y hago una cama (mi cama) con sábanas recién planchadas.



Y de vuelta a mi vida arrugada a las cuatro de la mañana
me veo a lo cerca.

Mi cabeza es una maraca de ritmos salseros (que manda producto de gallina)
donde las cosas chocan unas con otras.
Como en los coches locos de todas las ferias
donde estuve (sola, acompañada, contigo, con tú, sin tí).

Mi pecho se abre y me derramo en una Vía Láctea
de destino caducado por falta de uso.

Intento liarme la manta a la cabeza.
Pero pesa mucho y me da tortícolis.
Y no quiero volver nunca más
al bulevar de los Ikeas rotos.
Que duele.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Princesa

La Cenicienta tiene una invitación para una copa gratis.
Y a pesar de haberse prometido a sí misma tener más cuidado,
se ha vuelto a dejar el tacón nuevo clavado en el cuerpo
de alguien que se ha caído al suelo en la estampida
que se ha provocado al correrse la voz (¡oh, Di-os-mí-o!)
de que la fiesta no era cool, si no friki total.

La Bella Durmiente está ingresada en el ala psiquiátrica
desde que se pinchó el dedo con la desgana de su novio gay.
Empezó a sangrar un hilo finísimo, pero el líquido lo empapó todo
y perdió la calma cuando le llegó a los ojos
Empezó a verlo todo rojo.

Alicia es la más buscada en el lado oeste de este País Maravilloso.
Con el AK-47 que le robó a Geiperman está llevándose por delante
a todos los conejos que roban los relojes biológicos de las doncellas desvirgadas.

La madrastra de Blancanieves está desesperada.
La niñata no quiere comerse la manzana de la sabiduría que heredó de Eva.
Dice que tiene demasiadas calorías.

Le han preguntado a Morla. Y ha vomitado:
"La femeneidad se enraiza en las mujeres que han sido antes que nosotras,
y la desarrollamos en una individualidad que tiene que desencajarse
del corsé social (que le toca a cada una)
encontrando identidad por sí misma".
Después de esto se ha tomado su dosis de Prozak
y le ha dicho a la periodista que corra hasta caer muerta.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Fondo superficial

Llamo al fondo. Y lo coge la superfície.


La madera que me clava los pies
es la que lijo con mimo.
El cable que me da descargas
es el que enchufo cada noche.
El cuchillo que me hace cortes infinitesimales
es el que afilo a media tarde.

El agujero en el pecho antes de hablar.
El vacío al rendirme a lo impuesto.
El dolor en el pecho, cuando supe lo que era;
y el de estómago cuando tomó cuerpo.

Y lo entiendo.
Encajo las razones a presión en circunvalaciones cerebrales.
La lección está aprendida. De memoria.
Las partes más importantes, subrayadas.
Hay un esquema para una mirada rápida
y un resumen para entrar en detalles.
Pero no lo pillo, hermano.

Y me exilio en el silencio de días muertos.
Rompo folios que he llenado con palabras huecas
y abro un brick de zumo
porque no me gusta la cerveza
aunque quiero que lo haga.

Y descubro que el agujero no era vacío.
Era un agujero.
Justo debajo del cuello.
Y los bordes se fueron infectando.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Hasta Nunca

Después de hablar con el lobo hemos llegado al acuerdo de que no va a soplar. Me da miedo que tenga fuerza suficiente como para conseguir tirar el decorado que me rodea.

Las paredes son folios coloreados con lápices Alpino, y el techo es una cartulina con un dibujo abstracto que simboliza un intento de luz que se ha quedado en un día en penumbra allí donde los rayos amarillo fosforito no llegan.

Los objetos cambian mucho según el escenario, pero mi preferido es, sin duda, el que mezcla el verde con el marrón tierra. Un río de agua de grifo recorre unos surcos de cartón piedra hechos burdamente por las manos de un operario chino que no gana lo suficiente y tuvo que vender a su hija a un comerciante de amor barato.


El lobo insiste en descargar todo el aire que tiene dentro. Me intenta convencer de que no es una cuestión de necesidad, ni siquiera una opción. Es algo que tiene que hacer; igual que nadie puede impedir que las nubes lluevan hacia arriba cuando hay viento o que los niños pequeños envejezcan conforme van descumpliendo años.

Tras muchos intentos de soborno, súplicas y pataletas varias; lo único que ha hecho efecto ha sido meter su zarpa en mi pecho y dejar que se llevar el corazón que aún me quedaba. Me ha dicho que en el mercado negro este tipo de objeto con carga sentimentaloide puede llegar a valer algo; así que se lo he dejado y me he ido a seguir con lo mío, que es lo que corresponde.


Hasta que no me he sentado a cortar la esponja con la que relleno cojines de todos los colores, no me he planteado que quizás debería estar un poco asustado. El corazón, aunque estuviese algo ajado, era algo que tenía una función, y siempre he oído que no se puede desperdiciar lo que tiene utilidad. Pero cuando he visto que pasaban los minutos y la montaña de espuma cortada seguía creciendo, se me ha pasado el miedo y se ha instalado en mí una especie de Calma Chicha. Que por cierto, ha sido muy educada. Llamó a la puerta, y pidiéndome permiso se sentó enfrente mía esperando el café que suelo ofrecerle en estas ocasiones.


Cuando ha visto que no iba a prepararlo, porque no sentí la necesidad de agasajar a invitados pesados como otras veces, se ha levantado muy digna, y diciéndome un Hasta Nunca que se me ha clavado en el pecho, se ha ido dando un portazo.


El Hasta Nunca ha aprovechado el hueco que acababa de hacerse y se ha acomodado. Ni siquiera me ha preguntado. Se ha hecho su nidito con las sobras de tela de los cojines y se ha dispuesto a echar una siesta. Ahí ha sido cuando me ha parecido que la cosa estaba pasando de castaño a oscuro, y he carraspeado un poco para llamar su atención. Ha levantado una ceja, y mirándome con desidia me ha gritado que le dejara descansar; que el viaje ha sido agotador y que no todos los días son iguales.


Me he dicho a mí mismo que así son las cosas, y que para qué voy a pelearme con aquello contra lo que no puedo hacer nada. He preparado un café; sólo para mí, y me he sentado a meditar esta situación, porque tanto desconcierto empieza a superar la cuota que concerté con mi agente de nacimiento legalmente homologado 32 años ha.


En éstas estaba; evitando discutir conmigo mismo, cuando mi móvil relleno de bolitas de caramelo ha empezado a sonar con la canción de Yesterday de los Beatles, porque yo soy mucho de decir que más vale malo conocido que bueno por conocer. He descolgado rápidamente para que mi nuevo amigo no se despertara, porque me daba miedo de que se volviera a enfadar; y cómo todavía no le tengo cogido el punto, pensé que más vale prevenir que curar.


Una eficiente voz femenina, con cierto deje de desgana telefónica, me ha explicado que el lobo ha presentado una queja en la oficina de Atención al Ciudadano por venta de producto defectuoso. Le he dicho educadamente que me presentaré a la citación judicial de pasado mañana y he colgado sin mucha convicción. Es que me habría gustado preguntarle si el defecto era congénito o ha sido por uso y desgaste, pero no he querido exponerme a que dijera una tercera opción donde el colesterol por abuso de lechuga y tomate tuviera sentido. Así que me he vuelto a sentar. Por tercera vez.


Y me ha llegado desde el hueco del pecho una voz chillona que me decía que el olvido es la madre de todas las batallas; que lo que no se pasa hoy se pasa mañana. Y ha sido un poco raro, porque a pesar de que hacía años que no lloraba y que en realidad no estaba triste (supongo que a esto contribuía mi falta de órgano latidor) el agüita salada se ha derramado por mis mejillas rasposas. Es que sólo me afeito los días impares.

Y supongo que ahí fue cuando me dí cuenta de que quizás mi vida decorada me estaba dando la oportunidad de sacar conclusiones profundas sobre la vida; cómo se puede llorar sin corazón, si eso demuestra la existencia del alma, si quiere decir que lo fisiológico es previo al sentimiento… pero no es mi estilo. Lo mío es más dejar que el agua corra y rezar para que no se estanque, porque entonces los folios que hacen de losetas de suelo pueden empaparse y romperse, y no quiero saber lo que hay detrás. Que sí, que yo defiendo el que más vale pájaro en mano que ciento volando.


Y el Hasta Nunca dale que dale… qué tortura. Por lo menos el corazón no hablaba, se limitaba a sus funciones en silencio. Aunque es cierto que algunas noches podía escuchar su pom-pom en el oido que llevara más tiempo apoyado en la almohada. Y tambien es cierto que ese pom-pom cada vez me recordaba más a un tic-tac gigante, y que por eso he preferido dárselo al lobo antes que seguir oyéndolo sin dejarme dormir. Total, que me propongo hacerme amigo de mi nuevo inquilino. Pero cuando le propongo una tregua, me mira como si se me hubiese ido la chaveta y me dice que si tambien he regalado el cerebro a un timador peludo. Que el se llama el hasta nunca, y que no se entrega a nadie, que siempre está de paso. Y que si eso no me dice nada. Y yo le he dicho que yo sólo oigo lo que quiero oir, que si hay gente que sólo come lo que le gusta y que no sale cuando hace calor, que por qué no puedo decidir yo lo que oigo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Prosiguiendo en el proseguir.

La vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Calderón de la Barquila

Pues a ver cuándo se va el puñetero Morfeo a dar morcillas a otros lares.
E. M. L. V



He preguntado dónde vive, y me ha dicho el frutero que en la 5ª calle a la derecha.
He llamado al telefonillo, y me ha sorprendido oir una voz femenina.
Cuando he respondido que era yo (fuera o fuese), una risita socarrona ha provocado interferencias.
Parada en el umbral de la puerta verde, me he repeinado un poco, pero he parado al sentirme vigilada por la mirilla.
Cuando la voz ha preguntado sin abrir qué quería, he respondido que hablar con el responsable de esta sin razón irrazonable que viene a ser mi vida. O que viene a dejar de ser, que a veces me confundo.
He oído cómo se abría el cerrojo, has dejado entreabierta la puerta y has dicho que pasara. Si ¡oh, necia de mí! osaba. Y he osado. Aunque no me gustan los peluches.
He dado un manotazo y he cruzado el puñetero umbral. Ahí estabas. Yo. Tú. Nosotros. Ellos.
Y me has soltado lo que más temía.
Que ésto no puede continuar así.
A menos que prosiga.
Pá habernos matao.