jueves, 1 de julio de 2010

La vida es un cuento que me cuento a mí misma en mi mismidad

Al filo de la mañana. Al filo afilado de la noche. Cuando todos los gatos son pardos, porque lo individual se diluye cuando llega la hora del lobo y se abre la puerta de entrada. Y de salida. Al filo de la navaja. La que se clava en resorte y se abre paso dentro; la que se queda en doble hoja dentada destilando lo que nadie ha visto y algunos han creído sentir. Al alba los gatos recuperan el color. Es la hora nona; el día no acaba por la noche, acaba con el primer rayo de luz.
Al filo filo, al filo afilado.
No hay noche sin fin, ni fin sin principio. No hay misterio más insondable que el huevo y la gallina. Espero que sea de corral para que no sufra estrés. Y que tome leche de soja y hortalizas 100% orgánicas. Y que recicle. Sobre todo eso, para que el mundo no se acabe; que aún quedamos gente para darle vida.
La gallina compra libros de Jorge Bucay y siempre tiene buenas intenciones. Así está legitimada para hacer daño, y se puede justificar ante sí misma. A la gallina Turulata se le ha olvidado si puso o no el huevo, por eso todos perdimos la oportunidad de saber qué fué primero.
Y cuando el día se pone, entra al corral, se pone sus mejores galas y se sienta a esperar. Algo. Alguien. Una respuesta. Y cuando le preguntan no entiende. Sólo repite: "Al filo filo, al filo afilado" una y otra vez. Por eso los huevos no tienen cantos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo que siempre me he creído que era turulata. Supongo que cada uno canta su canción aunque se repitan letras y personajes.
No te voy a decir ná del Lorca prefiero la escena de la playa con tu baile al compás del mantra, así se me olvidan las influencias.

Anónimo dijo...

Al filo filo al filo afilado los martinis y el licor de whiski convierten lo vivido en tiempo paralelos que perduran eternamente en instantes perecederos