Elena Lechuga |
Aunque he tendido en el cordel a pleno sol
las calles que hoy me he atrevido a mirar levantando los ojos de la acera,
el olor a humedad
(quizás sea podredumbre)
está pegado a las fibras de los edificios bajitos
en esta ciudad de planicies ficticias;
que cada bordillo es un Himalaya
y cada guijarro un Everest que no puedo escalar
porque no todas las piernas son las justas
ni todas las Justas son piernas.
Y mientras espero la verdadera batalla;
la luz que no sea caliente
pero que ilumine el momento del discurso sublime
en el que las palabras sean fuego que hagan arder la sangre
y los corazones bombeen ideas que se hagan carne,
tiendo calles y más calles,
oreo edificios y casas
oigo al portero,
al niño que va al colegio
hasta a la hormiga que no se cansa en su hilera interminable.
9 comentarios:
¡Vivan los españoles! Hermosa poesía, hermoso contenido, hermosas palabras. Muy bonito el blog, saludos y éxitos.
Me encanta esa imagen. Tú tendiendo las calles, oreando edificios y casas. Es un poema muy visual. Un abrazo
El grito final es para no dejar de urdir caminos, nunca.
Deberías volver a ojear el 2666 de Roberto Bolaño...también alguien colgó un libro en un cordel....
Me gustó este texto, el final es para gritarlo.
Un saludo.
HD
Hola Auryn, qué bueno volver a pasar por aquí...
Jopé, Elena.
¿Cuándo me firmas un autógrafo?
...que las palabras seas fuego que hagan arder la sangre...
ahí me has dao. :)
Hermoso, alegre, vivan los españoles!
No espers más, la verdadera batalla es siempre YA!
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