Lyna Scheynius |
a Susan,
¿podría ser de otra forma?
te ves meciéndote en una levedad que asusta, porque al menor soplo que salga de tu boca puedes salir volando
hacia otro hilo
hacia otro silencio
otro oscuro
te ves sentada en el filo de la azotea de tu abuelo, con el cielo a tus pies y el mundo en tu cabeza, y te rompes en dos mitades que se imantan al contrario
dónde están mis manos
dónde está mi frente
dónde estoy
te pierdes en el pasillo de las parcas y encuentras a Medusa al fondo tejiendo sin dejar de escribir en una lana que se quiebra al tacto, y cuando levantas la mirada no puedes evitar ver
la luz en el espejo
el reflejo en el cristalino
la dualidad tripartita
y pasas por un tiempo
que empieza y acaba
sin dejar de ser
18 comentarios:
"al menor soplo que salga de tu boca puedes salir volando"
tremenda imagen.
Angustia existencial provocas en mi ánimo.
Un beso.
muy bonito :)
quiénes somos
sin dejar de ser.
...salut.
Yo quiero ser susan...y ser de esa forma.
Es que no encuentro que decir.
Aquí es de mañana y me has alegrado el día.
Gracias.
Ya venía mal, lo reconozco, pero me voy peor.
Besos.
ay Elena...
Lo nuestro no es muy normal, Jelen. Tú y yo en la puerta del metro tres días en semana, y de ahí, a dar la vuelta al mundo no en ochenta días, sino ochenta veces cada cuatro semanas.
No, no es muy normal.
Besos.
Y de veras esa levedad asusta.
¡Excelente!
Muchos besos Áuryn.
Hasta pronto.
´Vos y Asolada no son normales, en muchos aspectos.
Estos son los versos que merecen un compulsivo abrazo sin remordimientos.
Me alborotan tus palabras...
Maravillosas!
Las Parcas no son malas, mi sensible hermanita.
Quería comentarte el incidente que he sufrido, pero es todo tan precioso que temo romper la magia...
Va, te lo comento. Mira lo que me ha pasado:
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/08/15/espana/1313409146.html
Sí, me desmayé al ver la sangre.
Este no te lo comento, no se vale, no es justo. Te quiero.
Y no, Soy, no quieres ser Susan. Te lo prometo.
Está bueno, tiene una atmósfera oscura interesante.
Susan está llena de gente, lo sabemos. Y vos estás llena de dulzura compartida.
Esto me queda,
una música disonante,
los metales de mi crucifijo,
el anjeo que no permite
a mis entrañas desparramarse,
un silencio que templa pancartas,
el llanto que desteje mi voz.
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