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El árbol de la vida. Klimt |
Para Ana, ese gato moreno.
La niña de los ojos abiertos.
Con cada cremallera que cierras de esa maleta con capacidad para 20 kilos abres una ventana del avión que sobrevuela todas tus estancias,
la de tus carreras gateando en un salón repleto
la de tus horas de estudio delante de tantas mesas como colegios recorriste en busca de ti misma
la de tus llantos de corazón encogido
la de tus huesos estirándose y tirando de la risa
Cada mirada de reojo a la que fuiste, es una entrada a bocajarro en un presente tan nuevo que todavía no tiene olor definido.
Todas las puertas están esperando.
Y ninguna está equivocada,
hay tantos caminos como los que vayas abriendo.
Cada miedo es un deseo en sí mismo o al revés,
cada deseo es una voltereta en tu estómago.
Verte crecer escuece en los ojos.
Y ensancha, ensancha el pecho…
Me has pedido la receta de las lentejas caseras:
cuando el mar sepa salado, mira cada una de las gotas que hacen la masa de tus días.
Distingue por momentos, los conjuntos parecen demasiado borrosos,
y cada matiz es tan rico como tu vida.
Aquí queda un ancla, es tuya desde hace tantos años que no recuerdo casi existencia antes de ella.
Los vuelos sin motor los pones tú, mánchate de vida.