 |
Carmen Chami |
No sé si es que "los de la misma onda" están en ella, o si ésta te arrastra y te ahoga como un tsunami. Y qué. Para qué. Nadie puede vivir en lo masivo. Y quien lo hace se condena a la soledad más absoluta, porque no hay un real absoluto; siempre es individual y remite a una ausencia de objeto externo. Y el interno no siempre es un constructo.
Busqué respuestas en libros. Como sólo había más preguntas (porque eran demasiado torpes o más masculinos que yo y no los entendía) empecé a buscar en mí. Encontré tantas respuestas opuestas que fueron aún más interrogantes.
No hay certezas. No hay un sitio. Quizás no hay un yo. Sólo quiero heroína. Algo que calme al animal que da bocaos. Que me engulle pero luego me vomita de nuevo para que todo continúe. Stephen King lo sabe. El infierno es repetición. Y estuvo meses en un hospital porque le atropelló un borracho emporretao. Qué irónica es esta alucionada vida; cuando él ya estaba limpito como una patena. Cuando estaba corriendo porque mens sana in corpore sano. Como si existiera la sanidad y no estuviésemos podridos hasta el tuétano. A lo mejor es de ahí de donde sale la putrefacción, y viene de dentro a fuera. O está en lo que comemos. Mejor en lo que vemos. Nos aferramos como garrapatas a una vida tan miserable que debería matarnos sólo con olerla.
Qué vergüenza ser ésto y servir sólo para escupir. Porque yo sí escupo en lo sagrado, hermana. Me he instalado en el salivazo.
Soy una cobarde. No soy capaz de hacerlo por miedo al castigo. No es responsabilidad con quien no lo entendería (aunque tambien, joder, tambien). Es que sé de alguna manera que éso está castigado. Y prefiero acabar aquí con lo que me toque que tener que volver. Que peor están las enganchás vendiéndose por una papelina ¿no?. Lo extraño es que yo lo hago constantemente y no tengo nada que meterme luego.
Abstraída y abstracta hasta la muerte, que se hace esperar. Como todo. Como el sitio del que no vengo y al que no voy. El abrazo. Qué incapaz soy de darlo. Cuando os abrazo os siento ese pequeño revolverse en el fondo de algo dentro, casi imperceptible. Soy veneno. Del mejor. Del que no se hace. Se nace. De un puto huevo podrido.
Desde la parte que no está corroída por éso que no se puede nombrar quiero demasiado. Lo siento. Pero no puedo hacer nada al respecto. O quizás sí, y tambien ahí soy una cobarde. No sabía que lo fuera. Tambien lo he aprendido hace poco. Estoy en preescolar. Y por momentos pensé que tenía ya el máster.