domingo, 8 de agosto de 2010

Corpus corporis

Hoy me siento valiente y reivindico un cuerpo.
El mío. Y el tuyo si quieres.
Me reinvento naciendo de mi ombligo
y me expando en unas dimensiones que caben en tus redes.
Admito mis pliegues y mis honduras,
adoro mi suavidad y dejo que mi pelo seque al sol
verdades como puños, paro mi rebeldía con un beso
y detengo así pensamientos como dardos.

Hoy me siento valiente y no quiero verme fragmentada.
El espejo nunca me devolvió una imagen completa
porque no puedo verme entera, aunando belleza e imperfección.

Meto en una cajita tus cánones, tus imágenes
de mujer imperfecta que se te ocurren cuando me ves;
mis horas de ejercicio, el hambre de días de ayuno
porque no hay comida y la desesperación por un bocao de cariño.


Tengo más años. He perdido y he ganado,
porque ni soy un buen vino ni un Don Simón.
Soy una mujer. Óyete a tí misma, óyeme...
una mujer.
No tengo defectos; soy lo que somos,
y me envuelven músculos, carne y piel que rodea
a unos huesos que me sostienen.

Cuando te acaricio no toco sólo una carne macilenta
que se corromperá con el paso del tiempo.
Rozo tu esencia, intento que duela menos aquello que pasó
y que dejó unas cicatrices que son tú
en un cuerpo. Tu cuerpo.
Cuerpo corporal corporizable.

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