Masculinidad agostada de una femeneidad mal entendida por culpa de la aplicación de una igualdad no cuestionada. Búsqueda de un sentir paritario donde se da de lado a la genética y donde el progre de turno coge la filogenia, la cocina y se hace un rico asado para zampárselo de golpe. Ontogenia destruida por juegos con muñecas, construcción de una sensibilidad pseudofemenina y aceptación de un lado que no está, porque eres hombre, no mujer, imbécil.
Femeneidad olvidada. Sin más. Cada vez más histriónico un comportamiento de yupi que llora a gritos o le monta un pollo al novio porque las mujeres ya tienen ese derecho. A eso se reduce ya la femeneidad, a derechos.
Relaciones fallidas de base, con roles invertidos a ratos en identidades inversas; sin aparato psíquico capaz de soportar contradicciones pegoteadas en restos de una raza que se pervierte a sí misma en un baile donde no se sabe quién lleva a quién, porque todo vale y sálvese quién pueda.
Caballerosidad denostada, maternidad destruida por guarderías aparcamientos; años de convivencia reducidos a quién saca la basura, quién friega los platos y quién se encarga de la comida, porque ya no son tareas que se hacen por amor, si no por demostrar quién manda.
Hombres que lloran cuando la mujer que se ha acostado con ellos se levanta y no le deja una nota de amor. Mujeres que inician bailes de Mantis porque imitan a una Mata Hari que se muere de la pena a los cincuenta.
Nos está saliendo más caro el collar que el perro. Ha sido peor el remedio que la enfermedad. Hemos ganado derechos a costa de perder una identidad. Habéis ganado sensibilidad infantil, que no femenina, a costa de pérdida de falo. Dios nos guarde; a ver si la Virgen le echa una mano y entre los dos se ponen de acuerdo. Si no, que llamen a Bibiana, vayamos a tener violencia de género.
2 comentarios:
Hay un engaño aún mayor...qué grande es la paranoia Virginia¡, y si todo es una estrategia, sin acritud, como tu dices y sin mala intención, of course, para que mujeres como tu (como tú y dos o tres más)se sientan culpables por ser reales, duden de la inevitable contradicción de ser y vivan atendiendo a miserables/as... ¡a hupahla to er mundo¡
Publicar un comentario