Me has mirado a los ojos y me has dicho cosas que había olvidado de mí misma. Fuí un cubo de basura tanto tiempo, que dejé de recordar que siento y padezco, y me lancé a una carrera desefrenada huyendo para encontrarme en la parada del autobús y decirme que cogiera el metro.
Me has hablado de mí, de quién soy. No de quién quieres que sea, ni de lo maravillosa que te parezco. Y me he quedado sin palabras, sin minutos y casi sin excusas. Casi. Y aunque sólo has visto una parte, la has mirado. Y yo pensando que eras miope.
En algún momento se ha debido resquebrajar algo, y has encontrado la grieta. No me mires, no me veas, no me descubras. Detrás de la pátina que me protege estoy yo, y sólo me dió tiempo a construir esa capa; debajo no hay defensas ni protecciones posibles, porque ahí soy; y estoy a ratos.
Fallé y observastes; me sorprendió aunque supe desde el principio que lo harías. Te has equivocado en lo que quiero, pero no en quién soy. Gracias por devolverme el trocito de corazón que creía que había perdido. Estaba tapado por la pátina, que se había ido colando dentro.
No más busca, porque sé que no encuentro. Voy a escuchar mi nuevo corazón completo, voy a dejar que lata un poco, ahora que está entero; a ver qué siento y cómo me muevo.
No soy opaca; estoy. Tengo miedo.
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