lunes, 24 de mayo de 2010

28 de Abril

He sido destruida antes de construirme. Los trozos están desperdigados; a veces hay un yo, a veces otros. La mayoría de las veces una unidad enmascarada y enmascaradora de no sé qué. Pero eso sí, con una línea argumentativa, que es importante que los demás sepan más o menos a qué atenerse, si no ya se sabe. Sola. Y si no, también. Porque hoy pensaba que hay personas que es que han nacido para eso, para estar solas. Porque a ver quién es el guapo que puede estar con Hanníbal Lecter. Que no lo digo por su parte asesina y devoradora, parte que al fin y al cabo tenemos todos, la diferencia es que él tiene los cojones de llevarlo al acto. O está lo suficientemente loco; o cuerdo, o... bueno, a lo que vamos. No es porque no haya gente rarita que quisiera estar con él. Lo que me pregunto, es cómo narices se va a sentir nunca acompañado una persona así. Culta. Inteligente. Con gran vocabulario; grandes secretos y recuerdos que son imágenes,porque ponerle palabras los hace otra cosa. Con la capacidad de ver a la gente venir antes de que sus cerebros den la orden de moverse... Y claro; el pobre mira a Clarisse, y lo intenta. Pero para eso está la moral. La de Clarisse digo. Para las personas que en su reducto de narcisismo mal entendido, sienten que hay una línea que separa las cosas, y que aunque se hagan daño, o alguien salga herido, hay que mantener ese orden. Porque los seres humanos se dividen en tres clases: los que no tienen moral colectiva, y van a lo suyo; los que se dejan presionar e impresionar por la moral social que viven como propia, y los que... los demás, que son tres. Y uno es Hanníbal, que el pobre entiende los motivos, y si entiendes el por qué la gente hace lo que hace; que todos estamos condicionados por tantas cosas, que es imposible identificarlas todas, ¿cómo juzgar? Y aquí viene la salida individual que toman los que no están en ninguno de los dos grupos más numerosos. Nuestro caníbal, en este caso, pone su límite en los modales. Porque comer y cagar lo compartimos con los animales, pero sólo los humanos piden por favor y dan las gracias y no dicen groserías a señoras y señoritas. Y por eso la raza humana es muy amplia, pero humanos hay muy pocos. Y menos cada vez, porque cuando eres destruida antes de construirte, hay pocas opciones de ser alguien. Y si tienes la mala suerte de empezar a construir en el marasmo de destrucción, sólo te espera soledad. Y a ver si tienes suerte y das bocaditos a cosas blandas. O lo que sea.


Y aquí nos preguntamos que para eso está el libre albedrío. Sí. Para matar porque tu religión te lo pide, o porque tienes que comer personas. Eso sí; la elección es libre. Porque el hombre no es un lobo para el hombre, mi querido Rousseau; que ellos lo tienen claro y cada uno tiene su papel. El hombre es un hombre para el hombre, y sálvese quién pueda. Y a mí que me maten rápido, que ya no quiero sufrir más. Porque Hanníbal piensa; “mira, a lo mejor Clarisse es capaz de superar sus límites, que la tía es lista, y no es lerda emocional”. Y llama a la policía. Porque papá tiene que poner orden, que el deseo inabarcable da mucho cangelo, que a ver qué hace una con eso. No sé, digo yo ¿no?. Y el otro con dos palmos de narices. Pero sigue confiando y todo. Porque la soledad es así; que no te la quitas de encima, y eso da muchas ganas de morirse, porque como dicen las madres; “toma, pá que llores por algo”. Pues eso, ¿no estoy sola? Pues me muero y ya te vas a enterar de lo que es estar sola. Ea.